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Casa a la malicia. Fotografía de Luis García |
La picaresca de los españoles no solo reside en la literatura, sino que esta ha plasmado la auténtica astucia del ser humano y, en particular, del ser español. De ese ingenio surgieron las llamadas casas a malicia, un tipo de construcción diseñada y construida para evitar el pago de un impuesto conocido como carga de aposento, evolución de la regalía de aposento. Esta ley de la Corona de Castilla obligaba a los ciudadanos a ceder la mitad de su vivienda para alojar a los funcionarios públicos y a la corte, cargando además con su alimentación y acomodo. Pese a las molestias que esta regalía conllevaba, el carácter itinerante de la corte no permitía el abuso de una determinada población, o así fue hasta 1561, cuando Felipe II estableció definitivamente la Corte, y con ella la capitalidad de España, en Madrid.
A partir de entonces fueron los madrileños los que pasaron a ocupar esta carga, para lo cual se ingeniaron un modelo de construcción que les librara de su cumplimiento. La ley eximía de esta responsabilidad a aquellas casas que por sus dimensiones o por cuestiones de estructura no permitieran el alojamiento de un huésped, obligando a pagar un impuesto a los dueños, pero sin las molestias que suponía la presencia de un funcionario o de un miembro de la corte.
Las nuevas construcciones realizadas ante el crecimiento de la población urbana se acondicionaron para que cumplieran con este modelo de difícil o incómoda partición, por ejemplo, construyendo toda la vivienda en una única planta u ocultando la altura real del inmueble desde el exterior. En este último caso nos encontramos con la que fue hogar de Lope de Vega en el actual Barrio de las Letras de Madrid.
Aunque hay quienes afirman que el eximio escritor nunca empleó la treta de la casa a malicia, puesto que acogió y pagó los impuestos necesarias, lo cierto es que la construcción engaña a la vista desde la calle, llegando a tener un total de tres plantas frente a las dos que aparenta desde el exterior. Esta contradicción entre la actitud del dramaturgo y su vivienda puede deberse a que, en origen, la casa se construyó de forma maliciosa, estando ya terminada en 1587, pero Lope no adquirió el inmueble hasta 1610, después del lustro que la corte pasó en Valladolid debido a las decisiones del Duque de Lerma, ministro del rey.
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Retrato de Lope de Vega y una edición de Discurso de mi vida, de Alonso Contreras |
Así pues, Lope de Vega tuvo una casa a la malicia, aunque llegó a admitir la carga de aposento y entre sus paredes residió el capitán Alonso Contreras durante ocho meses en los que se fraguó su amistad y tras los cuales Lope compró una exención del impuesto. La relación entre el capitán y el autor continuó tiempo después, llegando el dramaturgo a dedicarle una de sus obras,
El rey sin reino, y animándolo a escribir su biografía, que el capitán llegó a realizar y que hoy podemos encontrar bajo el título
Discurso de mi vida. Aunque poco conocido, lo cierto es que Alonso Contreras inspiró al escritor Pérez-Reverte para la creación de su célebre capitán Alatriste.

La casa donde ambos residieron, ya fuera temporalmente en el caso del huésped o hasta la muerte en el caso de Lope, está dedicada hoy a la figura del escritor, habiéndose convertido en su Casa-Museo tras la creación de una fundación en 1929 bajo la dirección de la Real Academia Española, que la restauró en 1935. En la actualidad, se puede visitar de manera gratuita y con reserva previa, estando decorada con cuadros cedidos por el Museo del Prado, manuscritos del Siglo de Oro prestados por la Biblioteca Nacional y con muebles del siglo XVII dispuestos según se considera que podía tenerlos el célebre Fénix de los Ingenios.
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